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domingo, 25 de febrero de 2024
domingo, 18 de febrero de 2024
¿ESTÁ EL MUNDO ENTRANDO EN UNA NUEVA FASE DEL CAPITALISMO?
¿ESTÁ
EL MUNDO ENTRANDO EN UNA NUEVA FASE DEL CAPITALISMO?
Hace
casi 250 años, el economista y filósofo Adam Smith escribió "La riqueza de
las naciones", donde describió el nacimiento de una nueva forma de
actividad humana: el capitalismo industrial.
Este
conduciría a la acumulación de riqueza más allá de lo que él y sus
contemporáneos podrían haber imaginado.
El
capitalismo impulsó las revoluciones industrial, tecnológica y verde, remodeló
el mundo natural y transformó el papel del Estado en relación con la
sociedad.
Sacó
a innumerables personas de la pobreza durante los últimos dos siglos, aumentó
significativamente el nivel de vida y llevó al desarrollo de innovaciones que
mejoraron radicalmente el bienestar humano, además de hacer posible ir a la
Luna y leer este artículo en internet.
Sin
embargo, su historia no es completamente positiva.
En
los últimos años, las deficiencias del capitalismo se han vuelto cada vez
más evidentes.
Dar
prioridad a las ganancias a corto plazo para las personas significó en
ocasiones que el bienestar a largo plazo de la sociedad y del medio ambiente se
haya perdido, especialmente en momentos cuando el mundo se enfrenta a la
pandemia de la covid-19 y al cambio climático.
Y
como lo demostraron el malestar político y la polarización en todo el mundo,
hay crecientes signos de descontento con el statu quo.
En
una encuesta de 2020 realizada por la firma de marketing y relaciones públicas
Edelman, el 57% de las personas en todo el mundo dijo que "el capitalismo
tal como existe hoy hace más daño que bien en el mundo".
De
hecho, si se juzga por medidas como la desigualdad y el daño ambiental,
"el desempeño del capitalismo occidental en las últimas décadas ha sido
profundamente problemático", escribieron recientemente los economistas
Michael Jacobs y Mariana Mazzucato en el libro "Rethinking
Capitalism" ("Repensar el capitalismo").
Sin
embargo, eso no significa que no haya soluciones. "El capitalismo
occidental no está irremediablemente destinado al fracaso, pero es necesario
repensarlo", argumentan Jacobs y Mazzucato.
Entonces,
¿seguirá el capitalismo tal como lo conocemos en su forma actual o podría tener
otro futuro por delante?
ENFOQUE
EN EL INDIVIDUO
El
capitalismo generó miles de libros y millones de palabras, por lo que sería
imposible explorar todas sus facetas.
Dicho
esto, podemos comenzar a comprender hacia dónde se dirigirá el capitalismo en
el futuro explorando dónde comenzó. Esto nos dice que el capitalismo no
siempre funcionó como lo hace hoy, especialmente en Occidente.
Entre
los siglos IX y XV, las monarquías autocráticas y las jerarquías eclesiásticas
dominaron la sociedad occidental.
Estos
sistemas comenzaron a desmoronarse a medida que la gente afirmaba cada vez más
su derecho a la libertad individual.
Este
impulso por un mayor enfoque en el individuo favoreció al capitalismo como
sistema económico debido a la flexibilidad que permitía para los derechos
de propiedad privada, la elección personal, el espíritu empresarial y la
innovación.
También
favoreció la democracia como sistema de gobierno por su enfoque en la libertad
política individual.
EL
CAMBIO HACIA UNA MAYOR LIBERTAD INDIVIDUAL CAMBIÓ EL CONTRATO SOCIAL.
Anteriormente,
quienes estaban en el poder proporcionaban muchos recursos (tierra, alimentos y
protección) a cambio de importantes contribuciones de los ciudadanos (por
ejemplo, desde trabajo esclavo hasta trabajo duro con poca paga, altos
impuestos y lealtad incondicional).
Con
el capitalismo, la gente esperaba menos de las autoridades gobernantes, a
cambio de mayores libertades civiles, incluida la libertad individual, política
y económica.
Pero el
capitalismo evolucionaría significativamente durante los siglos siguientes
y, especialmente, durante la segunda mitad del siglo XX.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, se fundó la Sociedad Mont Pelerin, un grupo de
expertos en política económica, con el objetivo de abordar los desafíos que
enfrentaba Occidente.
Su
enfoque específico fue la defensa de los valores políticos de una sociedad
abierta, el estado de derecho, la libertad de expresión y las políticas
económicas de libre mercado, aspectos centrales del liberalismo clásico.
Con
el tiempo, sus ideas dieron lugar a la escuela macroeconómica de la "economía
de la oferta".
Esta
se basaba en la creencia de que impuestos más bajos y una regulación mínima del
libre mercado conducirían a un mayor crecimiento económico y, por lo tanto, a
mejores condiciones de vida para todos.
En
la década de 1980, junto con el surgimiento del neoliberalismo político, la
economía de la oferta se convirtió en una prioridad para Estados Unidos y
muchos gobiernos europeos.
Esta
nueva cepa del capitalismo llevó a un mayor crecimiento económico en
todo el mundo, al tiempo que sacó a un número sustancial de personas de la
pobreza absoluta.
Pero,
al mismo tiempo, sus críticos argumentan que sus principios de reducción de
impuestos y desregulación empresarial hicieron poco para apoyar la inversión
política en servicios públicos, hacer frente al desmoronamiento de la
infraestructura pública, la mejora de la educación y la mitigación de los
riesgos para la salud.
DESIGUALDAD
Quizás
lo más significativo es que en muchas naciones desarrolladas el capitalismo de
finales del siglo XX contribuyó a una brecha significativa entre la
riqueza de las personas más ricas y las más pobres, según lo mide el Índice de
Gini.
En
algunos países, esa brecha es cada vez mayor. Es particularmente duro en
Estados Unidos, donde las personas más pobres no han visto un crecimiento real
de ingresos desde 1980, mientras que los ingresos de los ultrarricos
crecieron en alrededor de un 6% por año.
Casi
todos los multimillonarios más ricos del mundo residen en EE.UU. y amasaron
fortunas asombrosas, mientras que, al mismo tiempo, el ingreso medio de los
hogares en ese país aumentó modestamente desde inicios del presente siglo.
La
brecha de desigualdad puede importar más de lo que a algunos políticos y
líderes corporativos les gustaría creer.
El
capitalismo puede haber sacado a millones de personas en todo el mundo de la
pobreza absoluta, pero la desigualdad puede ser corrosiva dentro de una
sociedad, dice Denise Stanley, profesora de Economía en la Universidad Estatal
de California en Fullerton.
"La
pobreza absoluta es básicamente que las personas puedan obtener... US$4 por día
por persona. Es una medida de umbral", explica, pero advierte que la
pobreza relativa puede desequilibrar una sociedad a largo plazo.
Incluso
si la economía está creciendo, la desigualdad de ingresos y el estancamiento de
los salarios pueden hacer que las personas se sientan menos seguras a medida
que disminuye su posición relativa en la economía.
Los
economistas del comportamiento demostraron que "nuestro estatus en comparación
con otras personas, nuestra felicidad, deriva más de medidas relativas y de
distribución que de medidas absolutas. Si eso es cierto, entonces el
capitalismo tiene un problema", dice Stanley.
Como
resultado del aumento de la desigualdad, "la gente tiene menos confianza
en las instituciones y experimenta una sensación de injusticia", según el
informe Edelman.
Pero
el impacto en la vida de las personas puede ser más profundo. El
capitalismo en su forma actual está destruyendo la vida de muchas personas de
la clase trabajadora, argumentan los economistas Anne Case y Angus Deaton en su
libro "Deaths of Despair and the Future of Capitalism" ("Muertes
desesperadas y el futuro del capitalismo").
Durante
"las últimas dos décadas, las muertes por desesperación por suicidio,
sobredosis de drogas y alcoholismo aumentaron dramáticamente y ahora se cobran
cientos de miles de vidas estadounidenses cada año", escriben.
La
crisis financiera de 2007-2008 agravó estos problemas. La crisis fue
provocada por una desregulación excesiva y golpeó especialmente a la clase
trabajadora en los países desarrollados.
Los
subsiguientes rescates de los grandes bancos generaron resentimiento y
"ayudaron a impulsar el surgimiento de la... política polarizada que hemos
visto durante la última década", según Richard Cordray, primer director de
la Oficina de Protección Financiera del Consumidor de EE.UU. (CFPB) y autor de
"Watchdog: How Protecting Consumers Can Save Our Families, Our Economy,
and Our Democracy" ("Defensor del consumidor: Cómo proteger a los
consumidores puede salvar a nuestras familias, nuestra economía y nuestra
democracia").
PROTESTAS
ANTICAPITALISTAS
Las
democracias liberales pueden estar ahora en un punto de inflexión, donde los
ciudadanos cuestionan las normas capitalistas de hoy con mayor intensidad
política en todo el mundo.
J.
Patrice McSherry, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Long
Island en Nueva York, observó este cambio en Chile, por ejemplo.
"La
movilización social comenzó con un aumento en las tarifas del metro en octubre
de 2019, lo que provocó protestas de base amplia que convocaron a más de un
millón de personas en manifestaciones", dice.
"El
movimiento social expuso las profundas fuentes del descontento en Chile: la
desigualdad arraigada y creciente, el costo de vida en constante aumento y la
privatización extrema en uno de los estados más neoliberales del mundo".
Esas
quejas se remontan a finales del siglo XX, cuando el gobierno autoritario de
Chile introdujo reformas constitucionales que "institucionalizaron la
dominación económica y política del gobierno de facto y consagraron un marco
neoliberal que borró el papel del Estado en las áreas sociales y económicas.
Restringió la participación política, dio a la derecha (política) un poder
desproporcionado e instaló un papel tutelar para las fuerzas armadas",
escribe McSherry en un artículo para el Congreso de América del Norte sobre
América Latina, una organización sin fines de lucro que rastrea las tendencias
en la región.
De
manera similar, el movimiento de los chalecos amarillos que comenzó en Francia
en 2018 se centró inicialmente en el aumento del costo del combustible, pero se
amplió rápidamente para incluir quejas similares a las de Chile, el
costo de vida, la creciente desigualdad y una demanda para que el gobierno deje
de ignorar las necesidades de los ciudadanos.
Y en
EE.UU., el movimiento político que generó el trumpismo está posiblemente
impulsado por la desigualdad económica tanto como por la ideología.
El
gobierno de Trump obtuvo un amplio apoyo político para sus enfoques más
cerrados del comercio mundial, incluida la retirada del Acuerdo Transpacífico
de Cooperación Económica y los aranceles de represalia sobre los bienes y
servicios chinos, indios, brasileños y argentinos importados a Estados Unidos.
Incluso
los aliados de Estados Unidos fueron el objetivo de esta agenda, incluidos
Europa, Canadá y México.
Si
bien una respuesta a las desventajas del capitalismo en su forma actual es que
las naciones adopten una postura defensiva, buscando protegerse minimizando los
lazos externos, el proteccionismo "es miope, particularmente en lo
que respecta al comercio", según Anahita Thoms, Jefe de la Práctica de
Comercio Internacional de Baker McKenzie en Alemania y Joven Líder Global del
Foro Económico Mundial.
"Si
bien puede traer algunos beneficios temporales, a largo plazo pone en peligro
la economía global en su conjunto y amenaza con deshacer décadas de progreso
económico. Es crucial mantener mercados abiertos favorables a la
inversión", dice Thoms.
Un
desafío central para los gobiernos en el siglo XXI será encontrar la
manera de equilibrar estos beneficios a largo plazo del comercio mundial con
los daños a corto plazo que la globalización puede traer a las comunidades
locales afectadas por los bajos salarios o el desempleo.
Las
economías no pueden divorciarse por completo de las demandas de las mayorías
democráticas que buscan trabajo, vivienda asequible, educación, atención médica
y un medio ambiente limpio.
Como
muestran los movimientos chileno, chaleco amarillo y trumpista, mucha gente
está pidiendo un cambio en el sistema existente para que dé cuenta de estas
necesidades, en lugar de solo enriquecer los intereses privados.
En
resumen, puede que sea hora de reconsiderar el contrato social para el
capitalismo, de modo que se vuelva más inclusivo de un conjunto más
amplio de intereses más allá de los derechos y libertades individuales.
Esto
no es imposible. El capitalismo ha evolucionado antes y, si va a continuar en
el futuro a largo plazo, puede volver a evolucionar.
EL
FUTURO DEL CAPITALISMO
En
los últimos años surgieron diversas ideas y propuestas que apuntan a reescribir
el contrato social del capitalismo.
Lo
que tienen en común es la idea de que las empresas necesitan medidas de éxito
más variadas que simplemente las ganancias y el crecimiento.
En
los negocios, existe el "capitalismo consciente", inspirado en
las prácticas de las llamadas marcas "éticas".
En
política, hay un "capitalismo inclusivo", defendido tanto por el
Banco de Inglaterra como por el Vaticano, que aboga por aprovechar el
"capitalismo para el bien común".
Y en
la sostenibilidad, está la idea de la "economía de la dona", una
teoría propuesta por la economista y autora Kate Raworth, que sugiere que es posible
prosperar económicamente como sociedad y al mismo tiempo permanecer dentro de
los límites sociales y planetarios.
Luego
está el modelo de "los cinco capitales" articulado por
Jonathan Porritt, el autor de "Capitalism As If The World Matters"
(Capitalismo como si el mundo importara).
Porritt
pide la integración de cinco pilares del capital humano: natural, humano,
social, manufacturado y financiero, en los modelos económicos existentes.
Un
ejemplo tangible de dónde las empresas están comenzando a adoptar "los
cinco capitales" es el movimiento B-Corporation. Las empresas certificadas
se adhieren a la obligación legal de considerar "el impacto de sus
decisiones en sus trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y el medio
ambiente".
Sus
filas ahora incluyen grandes corporaciones como Danone, Patagonia y Ben &
Jerry's (que es propiedad de Unilever).
Este
enfoque se ha vuelto cada vez más común, reflejado en una declaración de 2019
publicada por más de 180 directores ejecutivos corporativos que redefinen
"el propósito de una corporación".
Por
primera vez, directores ejecutivos que representan a Wal-Mart, Apple, JP Morgan
Chase, Pepsi y otros reconocieron que deben redefinir el papel de las empresas
en relación con la sociedad y el medio ambiente.
Su
declaración propone que las empresas deben hacer más que ofrecer
beneficios a sus accionistas.
Además,
deben invertir en sus empleados y contribuir a la mejora de los elementos
humanos, naturales y sociales del capital al que Porritt se refiere en su
modelo, en lugar de centrarse únicamente en el capital financiero.
En
una reciente entrevista con Yahoo Finance sobre el futuro del capitalismo, el
presidente ejecutivo de Best Buy, Hubert Joly, dijo que "lo que sucedió es
que durante 30 años, desde la década de 1980 hasta hace 10 años, hemos tenido
este enfoque singular sobre las ganancias que fueron excesivas y causaron
muchos de estos problemas. Necesitamos relajarnos un poco de estos 30 años. Si
tenemos una refundación de los negocios, también puede ser una refundación del
capitalismo... Creo que esto puede hacerse, tiene que hacerse".
UNA
NUEVA DIRECCIÓN
Hace
más de tres décadas, la Comisión Brundtland de las Naciones Unidas escribió en
"Nuestro futuro común" que había amplia evidencia de que los impactos
sociales y ambientales son relevantes y deben incorporarse a los modelos de
desarrollo.
Ahora
es obvio que estos temas también deben considerarse dentro del contrato social
que sustenta el capitalismo, para que sea más inclusivo, holístico e integrado
con los valores humanos básicos.
En
última instancia, vale la pena recordar que los ciudadanos en una democracia
capitalista y liberal tienen poder.
De
manera colectiva, pueden apoyar a las empresas alineadas con sus creencias y
exigir continuamente nuevas leyes y políticas que transformen el panorama
competitivo de las empresas para que puedan mejorar sus prácticas.
Cuando
Adam Smith estaba observando el capitalismo industrial naciente en 1776, no
podía prever cuánto transformaría nuestras sociedades en la actualidad.
Por
tanto, podríamos estar igualmente ciegos ante cómo podría verse el capitalismo
en otros dos siglos.
Sin
embargo, eso no significa que no debamos preguntarnos cómo podría evolucionar
hacia algo mejor a corto plazo. El futuro del capitalismo y nuestro
planeta depende de ello.
Tomado
de BBC Future, Wilburn King., 2 junio 2021., Matthew Wilburn King es consultor
y conservacionista internacional basado en Boulder, Colorado, y presidente y
director de Common Foundation.
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